por Marty Fisher, EMGV

"¡Pero se supone que los tomates son rojos!" Mi padre solía insistir al ver nuestra cosecha de hermosas reliquias familiares, en tonos negro, verde, naranja, amarillo, rayado e incluso azul.

Poco a poco, los tomates rojos se fueron quedando obsoletos en nuestro jardín. Nos deleitamos con los diferentes sabores y texturas y con los hermosos frascos de vidrio multicolores que cubren nuestros estantes al final de cada temporada de cultivo.

Y entonces sobrevino el desastre. Un año, una a una, las plantas aparentemente sanas y robustas se marchitarían y morirían de la noche a la mañana. ¡Estábamos devastados! Toda la literatura había advertido sobre la plaga (plaga tardía, plaga temprana, marchitez); no importaba cómo se llamara, una vez que llegaba, no había nada que se pudiera hacer más que esperar y tener esperanzas de que hubiera sobrevivientes.

Aprendimos que deberíamos haber rotado nuestro cultivo todos los años. Pero eso es difícil de hacer dado el tamaño del jardín de nuestra ciudad y la enorme jaula que mi esposo hizo construir para proteger nuestras preciosas frutas de las ardillas.

Probamos fungicidas, el natural y el desagradable tipo cobre. También aumentamos el espacio entre las plantas, nos lavamos las manos cuando las manipulamos, quitamos las hojas inferiores y cubrimos las plantas con paja para evitar que tierra contaminada les salpique. Incluso movimos los tomates (y su enorme jaula) en algunas filas. Todos estos esfuerzos dieron cierto éxito, pero aún así perdimos plantas cada temporada. Apenas podía soportar salir al jardín por miedo a encontrarme con que otra hermosa reliquia, cargada de frutas, había mordido el polvo.

“Deberías plantar tomates resistentes a las enfermedades.rojo tomates”, dijo mi padre.

De mala gana, plantamos algunos Better Boys, algunos Big Beef y algunos Celebrity. Eran confiables y de buen sabor, pero ya no era lo mismo. Aunque había disfrutado de esas variedades populares cuando era niño, una vez que descubrí las reliquias familiares, no hubo vuelta atrás. Incluso los nombres de las reliquias familiares insinuaban una época en la que los tomates eran apreciados, intercambiados entre amigos y transmitidos de generación en generación: Dad's Sunset, Amana Orange, Cherokee Purple, Brandywine y Green Zebra.

Finalmente, el año pasado descubrí el arte de los injertos. Es similar a lo que se viene haciendo con las manzanas desde hace años. Se injerta la parte superior de una planta tradicional en la raíz de una planta antigua y resistente a las enfermedades. Cuando tiene éxito, el portainjerto confiere vigor y protege contra enfermedades. El año pasado injerté con éxito cuatro tomates tradicionales. (Perdí muchas más que eso...) Pero las plantas injertadas produjeron durante todo el verano y hasta bien entrado el otoño. En octubre eran los únicos supervivientes de una fila de más de 20 plantas negras y marchitas. Recogimos y saboreamos las últimas deliciosas frutas a principios de noviembre.

Este año lo intentaré de nuevo. Espero producir más plantas injertadas. Injertar no es fácil: implica plantar aproximadamente el doble de semillas de lo normal, cortar la parte superior de pequeñas plántulas perfectamente sanas, sujetarlas con clips especiales a las raíces, cuidar las plantas traumatizadas en una “cámara de curación” oscura y luego, poco a poco, reintroduciéndolos a la luz.

No soy ningún experto. Sólo soy un amante desesperado del tomate dispuesto a probar casi cualquier cosa.

Sigue mis publicaciones y te contaré cómo va, con instrucciones paso a paso, listas de equipos, recursos en línea y fotografías.

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